martes, 1 de junio de 2010

Carta de un compañero que dejó el diario

Es muy rara la sensación que estoy viviendo. Hace tiempo que trabajo en periódicos. Lo hago desde hace bastante y todavía me provoca algo fuerte, algo visceral, algo en las tripas. He pasado por varios diarios argentinos, creo que como nadie pasé por todos. Clarín, La Nación, Página 12, La Razón. También hice cosas para El Cronista Comercial y para el diario Perfil. Lo he hecho como periodista, maquetador, fotógrafo, hasta me convertí en modelo de fotos. He hecho tipografías para titulares, ilustraciones para primeras planas de diarios e infografías para portadas de suplementos que antes no lo habían ni pensado. Por eso hoy me gusta definirme como un simple periodista visual.
Hace dos años entré a trabajar en el diario Crítica de la Argentina, un diario nuevo, que se publicitaba como el último diario en papel. Esa sólo frase significaba algo más allá de lo que se afirmaba. Porque salir con un diario impreso en momentos donde estaban dejando de existir, parecía un acto de valentía absoluta, una cabronada, una cojonada. Venía de diez años de trabajar en un diario muy conservador, también haciendo cabronadas, con sus correspondientes consecuencias sobre mi persona.
Hoy, el diario Crítica enfrenta una interrupción. Por supuesto que, tarde o temprano, saldrá fuerte de este percance para volver a ser esa voz independiente que nunca tuvo que ser silenciada por sus dueños. Porque allí están los trabajadores esperando volver al ruedo.
Es muy fuerte verlos como los vi ayer a todos sentados en sus puestos de trabajo, sacando la hermosa música de sus teclados, como si estuvieran armando el diario, ese diario que, seguro, segurísimo, saldrá algún día.
Pero ese día todos estarán. Todos menos uno.


Norberto Baruch (Infógrafo de Crítica de la Argentina)

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